Una vida de lujos en contraste con la austeridad que predica
5/21/20252 min read


La opacidad patrimonial de José Ramón Enríquez vuelve a estar en el centro del debate público
Durango, Dgo.— Mientras José Ramón Enríquez continúa presentándose como un candidato cercano al pueblo y defensor de la austeridad, nuevas evidencias públicas exhiben un estilo de vida de lujos que no se corresponde con lo que declara oficialmente.
Fotografías, videos y publicaciones de redes sociales muestran que su hija vive desde al menos 2019 en Wakefield, un suburbio de Boston, Massachusetts, considerado de alto nivel adquisitivo. La residencia ha sido valuada por expertos inmobiliarios en más de 14 millones de pesos mexicanos. Las imágenes incluyen retratos familiares en los que aparece el propio Enríquez, lo cual refuerza la sospecha de que él no solo está al tanto de esta vida de privilegios, sino que participa activamente en ella.
A este estilo de vida se suma la boda de su hija, celebrada en Estados Unidos, cuyo costo ha sido estimado en más de 4 millones de pesos. La ceremonia fue documentada con fotografías y publicaciones en redes sociales que muestran una producción de alto nivel, que dista mucho de los discursos de “transformación” y “cercanía con el pueblo” que Enríquez promueve en campaña.
De acuerdo con su declaración patrimonial 2024, el candidato de Morena asegura haber percibido 3.3 millones de pesos en todo el año anterior y reporta como único bien material un vehículo modelo 2016. No se reportan bienes inmuebles ni en México ni en el extranjero. Tampoco menciona ingresos extraordinarios, donaciones o préstamos.
Esto abre una pregunta clave: ¿cómo es posible financiar propiedades millonarias, una boda de lujo y un estilo de vida en dólares con un ingreso que oficialmente ronda apenas el equivalente al precio de uno de estos eventos?
A esto se suma otro dato preocupante: ni su hija ni su yerno —quien proviene de una familia de clase media sin historial empresarial notorio— cuentan con medios económicos conocidos para justificar ese nivel de vida. Las publicaciones en redes sociales de la familia política del yerno refuerzan la versión de que la residencia en Boston es permanente y ha sido mantenida desde hace al menos cinco años.
A pesar de estos señalamientos, Enríquez no ha ofrecido una explicación pública clara ni transparente. Su estrategia parece ser el silencio o la descalificación, evitando rendir cuentas sobre lo que es, a todas luces, una incongruencia patrimonial.
En un contexto en el que el discurso oficial de Morena gira en torno a la honestidad, el combate a la corrupción y la rendición de cuentas, los hechos que rodean a José Ramón Enríquez resultan, cuanto menos, preocupantes. La ciudadanía merece respuestas, no más discursos vacíos.
La pregunta ya no es si su familia vive en la opulencia. La pregunta es con qué dinero. Y más importante aún: ¿qué tan dispuesto está Enríquez a explicar públicamente lo que las cifras no cuadran?