¿El “Plan Durango” de José Ramón Enríquez es una nueva máscara para el mismo rostro?
5/11/20253 min read


En una acción que busca capturar los anhelos de cambio de los duranguenses, José Ramón Enríquez, candidato a la presidencia municipal de Durango, presentó con bombos y platillos su “Plan Durango: 100 compromisos por la transformación”. En su discurso, prometió un futuro brillante para la ciudad, desglosado en 10 ejes temáticos que incluyen seguridad, infraestructura, salud, y tecnología. Pero, al igual que una campaña electoral, detrás de las promesas de transformación se asoma la realidad de un plan vacío, lleno de intenciones pero carente de detalles concretos.
Promesas sin sustancia
El plan, que pretende abarcar desde la infraestructura hasta la inclusión social, deja una sensación de déjà vu, como si Durango estuviera atrapado en un ciclo de promesas incumplidas. A lo largo de su gestión anterior como alcalde (2016-2019), Enríquez hizo promesas similares en áreas claves como seguridad y desarrollo urbano. ¿Acaso se olvidaron de estos compromisos cuando el mandato terminó sin resultados tangibles? La repetición de promesas sin resultados palpables en el pasado nos deja la duda: ¿qué nos garantiza que esta vez será diferente?
La gran pregunta: ¿Cómo lo hará?
Si bien se mencionan áreas prioritarias como la pavimentación y el alumbrado público, las palabras “sin detalles” parecen ser la constante en este plan. Enríquez asegura que sus compromisos son viables y financiables, pero no aporta un solo dato que nos permita evaluar la factibilidad de sus propuestas. ¿Cómo se financiarán estos proyectos? ¿Qué mecanismos de control se implementarán? No hay respuestas claras, solo la promesa vacía de que todo será posible gracias al “respaldo financiero”. Pero, ¿de dónde provendrá ese respaldo? ¿Del mismo lugar que ha financiado las campañas del pasado?
La inclusión, un truco más
Enríquez hace alarde de incluir a grupos vulnerables en su plan, desde los indígenas hasta los adultos mayores. Sin embargo, lo que se observa no es más que una inclusión superficial, sin estrategias claras que garanticen un cambio real en las condiciones de vida de estos sectores. Se habla de una “política inclusiva”, pero ¿acaso las promesas se concretarán en beneficios tangibles para quienes más lo necesitan o se quedarán en gestos simbólicos que sólo buscan sumar votos?
La tecnología, el nuevo placebo
La apuesta por la tecnología es otro de los puntos destacados en el plan de Enríquez, con promesas de modernizar la seguridad y la administración pública. Pero nuevamente, la vaguedad se hace presente. ¿Qué tipo de tecnología se implementará? ¿Quién capacitará a los funcionarios para su uso? ¿Cómo se garantizará la protección de datos? A pesar de ser uno de los pilares del plan, la falta de detalles técnicos es alarmante. En un mundo donde la tecnología avanza a pasos agigantados, esta falta de especificidad sólo genera más dudas que certezas.
El gran vacío de la rendición de cuentas
Un plan de transformación, por ambicioso que sea, carece de valor sin mecanismos claros de evaluación y rendición de cuentas. Enríquez no ha propuesto ningún sistema para medir los resultados de sus compromisos. ¿Cómo sabremos si sus promesas se cumplen o si todo queda en promesas vacías? La ausencia de indicadores de desempeño es una bandera roja para cualquier ciudadano que se tome en serio la necesidad de un gobierno transparente.
Conclusión
El “Plan Durango: 100 compromisos por la transformación” es la típica fórmula de promesas grandiosas, presentadas con un lenguaje espectacular pero sin sustancia. Enríquez parece jugar a la política del “más de lo mismo”, dejando claro que detrás de la fachada de compromiso y cambio, se esconde una falta de claridad, una repetición de viejas promesas y una total ausencia de estrategias efectivas para resolver los problemas reales de Durango. Los duranguenses merecen más que un catálogo de buenas intenciones. Merecen un plan que no se quede en papel, sino que se concrete en acciones.