Del berrinche contra Morena al silencio por las deudas: el doble discurso de José Ramón Enríquez

5/30/20252 min read

José Ramón Enríquez ha construido una narrativa pública en la que se presenta como víctima de decisiones cupulares y como un político de principios que “lucha contra la imposición”. Sin embargo, su historial reciente muestra lo contrario: incongruencias, contradicciones y una gestión marcada por la opacidad y los señalamientos de corrupción.

En 2021, tras la designación de Marina Vitela como candidata a la gubernatura de Durango por parte de Morena, Enríquez estalló públicamente. Denunció que la decisión fue tomada “por dedazo”, sin transparencia ni democracia interna, y acusó directamente a la dirigencia de su partido de orquestar una simulación. El entonces aspirante llegó incluso a calificar el proceso como uno de los fraudes internos más descarados del partido. “No voy a permitir que una candidatura se decida desde una oficina en la Ciudad de México”, declaró.

No obstante, su discurso ético y democrático se desmorona al revisar su propio paso por la administración pública. Durante su gestión como presidente municipal de Durango (2016-2019), se acumularon deudas por millones de pesos a proveedores locales. Uno de los casos más escandalosos fue el adeudo por uniformes escolares, que provocó protestas públicas, exigencias de pago e incluso movilizaciones frente al Ayuntamiento. A pesar del reclamo de los afectados, Enríquez optó por el silencio, dejando el problema a sus sucesores.

Pero el tema no termina ahí. También han surgido cuestionamientos sobre sus gastos personales y los de su familia, que contrastan fuertemente con los ingresos reportados en sus declaraciones patrimoniales. Viajes, eventos suntuosos, gastos en celebraciones privadas –como la ostentosa boda de su hija–, y un estilo de vida que dista mucho del que puede sostener un servidor público honesto, despiertan sospechas que no han sido aclaradas.

Resulta paradójico que quien señalaba con el dedo a la dirigencia de Morena por supuestas irregularidades, permanezca mudo ante los reclamos por sus propias cuentas pendientes. El discurso de víctima se desvanece frente a una realidad documentada: una administración cuestionada, compromisos económicos incumplidos, y una doble moral política que hoy le cobra factura.

El caso de José Ramón Enríquez es una advertencia para los votantes: no basta con denunciar fraudes; también hay que rendir cuentas.